viernes, 24 de enero de 2014

ECOSISTEMAS HUMANOS.

Las necesidades y deseos de una población mundial en expansión han requerido un control ambiental intensivo. De hecho, la intervención del hombre ha creado ambientes completamente nuevos que pueden denominarse ECOSISTEMAS HUMANOS.
Los ecosistemas humanos, son áreas controladas intensamente, especialmente las ciudades, que resguardan a los humanos de los rigores del mundo externo a tal punto, que algunas personas olvidan que estas áreas dependen para su mantenimiento de la fuente de energía externa, de los diferentes ciclos y de las complicadas interrelaciones con los ecosistemas naturales.
Desde la revolución industrial, el hombre ha incrementado intensamente su control sobre la superficie terrestre del mundo. Actualmente se estima que aproximadamente el 11% de la superficie terrestre del planeta está bajo control intenso, el 30% bajo control moderado, y el 59% ha sido empleado poco por las sociedades humanas. El hombre controla los ecosistemas para obtener altos rendimientos agrícolas. Para mantener un rendimiento alto (productividad neta alta) debe mantener al ecosistema en una etapa sucesional temprana, y por lo tanto aumenta su inestabilidad. Los ecosistemas se dividen en cuatro clases generales:
  1. Ecosistemas naturales maduros: ecosistemas que aparecen, más o menos, en su estado natural. Generalmente no son habitados ni empleados por el hombre.
  2. Ecosistemas naturales controlados: Ecosistemas que controla el hombre para uso recreativo, o bien, para la producción de recursos naturales, ejemplo: áreas de caza, parques, bosques controlados.
  3. Ecosistemas productivos: ecosistemas que emplea el hombre para la producción intensiva de alimentos, o de recursos naturales, ejemplo: granjas, minas, fincas ganaderas.
  4. Ecosistemas urbanos: Ecosistemas en los que el hombre vive y trabaja, ejemplo: áreas industriales, ciudades, pueblos.
Debido al crecimiento de la población se han incrementado los ecosistemas de la clase 2, 3 y 4, a expensas de la clase 1. Generalmente se desconoce la necesidad que se tiene de lo silvestre, debido a que se considera no productivo.El establecimiento de zonas alteradas y poco humanizadas, así como de reservas naturales y genéticas protege el equilibrio ecológico y potencia la investigación científica y los valores económicos y estéticos. Estas zonas cobran su mayor valor en áreas muy explotadas técnicamente. En algunas ocasiones se puede reestablecer el equilibrio natural del ecosistema pero una vez que se ha roto será muy difícil de recuperar.

Consumo energético humano
El ser humano, al igual que todos los organismos vivientes, debe obtener la energía que proviene originalmente del sol, para mantener sus procesos vitales. Como los humanos no son productores, dependen de los vegetales que son capaces de transformar la luz solar en formas de energía utilizables para ellos. La energía que consume el hombre puede dividirse en dos tipos: energía interna, la que emplea para los procesos corporales, y energía externa, la que utiliza en actividades tales como el funcionamiento de sus instrumentos y el mantenimiento de su cultura.

El hombre obtiene su energía interna de los alimentos que ingiere. Puede ocupar más de un nivel trófico, ya que consume vegetales, herbívoros y varios carnívoros. La energía que está disponible para el consumo interno del hombre, depende directamente del nivel trófico que éste seleccione.La mayoría de los organismos vivos no emplean la energía externa y sólo el hombre la utiliza en cantidades significativas. Mientras el consumo de la energía interna ha permanecido relativamente constante a través de la historia (2200 cal día), el consumo de energía externa se ha incrementado notablemente a partir desarrollo tecnológico . La mayor parte de la energía externa proviene de los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas.    
                      LESLIE REDDEN.

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